El abordaje de los desafíos educativos en torno a la pandemia planetaria pone en el tapete, entre otras cuestiones fundamentales, repensar el currículum como imaginario societal que responda esencialmente a la pregunta sobre que tipo de educación y sistema educativo aspiramos para qué sociedad, persona y ciudadanía. Nos proponemos dar un contexto y sentido evolutivo a cómo la construcción y el desarrollo curricular pueden asumir un carácter nítidamente transformacional, futurístico y progresista en las agendas que se van delineando para la era post-pandémica.
Nos proponemos analizar los siguientes temas que entendemos entrelazados: (i) un entendimiento comprehensivo del currículum y sus principales dimensiones; (ii) el encuadramiento de una propuesta de currículum transformacional en la Agenda Educativa 2030; (iii) la innovación curricular en el marco de la disrupción societal; (iv) el posicionamiento del currículum a la luz de una visión de futuro de la educación; (v) los aprendizajes de la pandemia y sus posibles impactos en la renovación de las propuestas curriculares; y (vi) el mapeo de tendencias curriculares mundiales como sostén de los procesos de transformación curricular. En la nota 7 abordaremos los puntos i, ii y iii, mientras que en la nota 8, los relativos a los puntos iv, v y vi.
1. Una visión comprehensiva del currículum y sus principales dimensiones
Desde una perspectiva histórica comparada se puede afirmar que la teoría y la práctica curricular reflejan dos grandes visiones. Por un lado, la visualización del currículum como el resultado de la selección y la organización de los contenidos educativos que dan cuenta de visiones societales y educativas. Bajo este paraguas se incluyen las finalidades y los macroobjetivos, el plan de estudios, la organización de los procesos de enseñanza y aprendizaje, y los criterios que orientan la evaluación de los estudiantes. Por otro lado, el acotamiento del currículo a los programas de estudio de cada nivel educativo que se estructuran principalmente en torno a ejes y contenidos disciplinares (Gauthier 2011; Jonnaert 2007; Jonnaert, Ettayebi & Opertti 2008; Amadio, Opertti & Tedesco, 2014, 2015; Opertti, 2021).
Complementariamente a esta división histórica, el currículum ha sido considerado como un asunto técnico que tiene principalmente que ver o que inclusive es percibido, como “perteneciendo” a los dominios de los especialistas y desarrolladores curriculares, expertos en disciplinas, consejeros pedagógicos, redactores de libros de texto y especialistas en evaluación. Aparentemente no se registraba una clara necesidad de conectar el currículum a los procesos de construcción, desarrollo y tomas de decisión sobre la política educativa. Aún cuando el currículo es un instrumento insoslayable y potente de la política educativa, no se le consideraba como tal.
Sin embargo, aproximadamente en las dos dos últimas décadas, el debate y la construcción colectiva acerca del currículum reconoce crecientemente su naturaleza societal, cultural, política y de política pública, así como su relevancia para asegurar procesos efectivos de enseñanza, aprendizaje y evaluación, y resultados de aprendizaje de calidad para todos los alumnos por igual. El punto de partida curricular se ha ido moviendo de manera progresiva desde una base de fuerte impronta en las disciplinas y en los contenidos a jerarquizar y significar la pregunta sobre qué tipo de educación, sistema educativo, escuela, currículum, pedagogía y educador se aspira desarrollar para que perfil de personas, de ciudadanía, de sociedad y comunidad. Esencialmente esto es un tema controversial, delicado y evolvente que involucra a diversidad de “stakeholders” así como de perspectivas de dentro y fuera del sistema educativo. Si esta pregunta clave es minimizada o dejada de lado, el currículum carece de legitimidad, así como de respaldo social y educativo.
Mientras que el currículum es entendido como un acuerdo político que involucra a diversidad de “stakeholders” y que refleja conflictos, tensiones y compromisos que cruzan a la sociedad en su conjunto, se le visualiza también como un acuerdo de política educativa y técnico que da forma y sustancia la dimensión propiamente política. En efecto, el currículum es un instrumento de amplio alcance que coadyuva a: (i) sostener y desarrollar las políticas educativas bajo una perspectiva de largo tiempo; y (ii) ayuda a los educadores a desarrollar efectivamente los procesos de enseñanza, aprendizaje y evaluación. El mismo se enmarca en una visión comprehensiva e interconectada de la educación como política cultural, social, económica, ciudadana y comunitaria (UNESCO-IBE, 2015; Opertti, 2017).
Frecuentemente el currículum es visualizado como un fundamento insoslayable de transformaciones educativas, así como sustancia los objetivos educativos y sus contenidos a través de un repertorio amplio de procesos de enseñanza, de aprendizaje y de evaluación. Dichos procesos están fuertemente integrados en las políticas educativas e implican debates públicos ciudadanos, así como discusiones y consultas con “stakeholders” de dentro y fuera del sistema educativo (UNESCO-IBE, 2015; Marope, 2017).
Asimismo, la legitimidad y sostenibilidad del currículum yace en su apertura a reconocer que cada alumno es un ser especial (UNESCO, 2017) así como a ampliar, democratizar y apoyar oportunidades, procesos y resultados de aprendizaje para todos los alumnos por igual con independencia de sus contextos, circunstancias y capacidades. En base a lo que propone Futurelab (2009), se puede argumentar que el currículum supone una selección evolvente y futurística de temas, áreas de conocimiento y disciplinas que guían y apoyan a niñas, niños, adolescentes y jóvenes a entender el mundo, así como a desempeñarse competentemente a la luz de desafíos individuales y colectivos que están inextricablemente relacionados.
En efecto, desde una perspectiva comparada internacional, una visión comprehensiva del currículo supone tener en cuenta por lo menos siete aspectos en su ideación y concreción, a saber:
El currículum se desglosa en una serie de dimensiones interconectadas: prescripto – el currículum escrito; implementado – lo que efectivamente se desarrolla; negociado / mediado – cómo el currículum es interpretado a la luz de los diferentes niveles, instituciones y actores de los sistemas educativos; percibido – como el currículum es entendido y apropiado por educadores; experimentado – cómo el currículum se conecta y es vivenciado por los alumnos; logrado – el conjunto de resultados de aprendizaje logrados y competencias desarrolladas; oculto – presupuestos no escritos, normas, valores y actitudes a través de los cuales las enseñanzas, los aprendizajes y las evaluaciones se contextualizan y tienen sentido en cada centro educativo; y el olvidado – el currículum escrito que no es enseñado.
El currículum desglosa las visiones y las apreciaciones sobre la sociedad en una serie concatenada de conceptos, procesos y acciones a efectos de facilitar a cada alumna y a cada alumno una oportunidad efectiva personalizada de aprender. Asimismo, el currículum orienta y alinea a los planes de estudios y programas, así como establece relaciones jerárquicas y vinculantes con los mismos (Jonnaert et al. 2021; Jonnaert, 2021).
Esencialmente el currículum se sustenta en los educadores apreciados y empoderados como decisores de política en las aulas y como co-desarrolladores del currículum, así como en los alumnos visualizados y respetados como agente y co-agentes de sus propios aprendizajes.
2. Encuadrar el currículum en la Agenda Educativa 2030
La Agenda Educativa 2030 (UNESCO et al., 2015) constituye una formidable oportunidad para repensar la educación en su conjunto en el marco de una visión sistémica, humanística, progresiva y transformacional. En efecto, la agenda estimula revisitar las sinergias entre conceptos estelares tales como equidad, calidad e inclusión que han tenido una fuerte influencia en educación en los últimos cuarenta años (Amadio, Opertti & Tedesco, 2015; Benavot, 2012; Braslavsky, 2005; Savolainen, 2009; Opertti, 2016; 2017; 2020).
La Agenda 2030 implica un nuevo sistema global de gobernanza sustentado en las ideas fuerza de educación para todos y educación para el desarrollo sostenible (Tikly, 2017). El Objetivo de Desarrollo Sostenible 4 (ODS 4) “Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover las oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos” constituye una fuerte señal en favor de argumentar y evidenciar que la inclusividad en educación implica necesariamente que equidad y calidad vayan de la mano bajo una perspectiva de formación y de aprendizajes a lo largo y ancho de toda la vida.
Algunas de las principales características de la agenda pueden resumirse en cinco dimensiones:
3. Encuadrando el currículum en la disrupción societal
Mientras que la Agenda Educativa 2030 establece las bases y los compromisos en torno a un renovado entendimiento de la educación, la disrupción planetaria principalmente asociado a la Cuarta Revolución Industrial, emerge como un factor crecientemente influyente en las vidas de personas, ciudadanos, trabajadores y miembros de la comunidad.
Algunas de los principales rasgos de la disrupción son:
En términos generales la disrupción afecta, en todo aspecto, qué y cómo lo hacemos, y crucialmente quienes somos. Esto implica cuestionar las maneras tradicionales de procesar y tomar decisiones, individual y colectivamente.
A la luz de entender el currículum como reflejo de la disrupción societal y educativa, se podrían tener en cuenta estos 11 puntos:
El próximo 25 y 26 de agosto se realizará el evento educativo más importante del año. Bajo el programa de Compartir Experience, se celebrará el Congreso Internacional de Compartir 2021, un punto de encuentro para directores de escuela de todo Latinoamérica y que contará con las ponencias de reputados expertos a nivel
mundial para conocer cómo adaptar tu escuela a la nueva era educativa.